jueves, 12 de marzo de 2015

DOLOR Y SUFRIMIENTO

"El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional"

En este post vamos a hablar del sufrimiento porque hablar de vida y de emociones es hablar indirectamente de este sustantivo del que todos intentamos huir.

¿Qué diferencia al dolor del sufrimiento?

El dolor es inevitable. A lo largo de nuestras vidas sentimos multitud de dolores físicos y emocionales. Divorcios, separaciones, muertes, problemas laborales...todas son circunstancias inherentes a la vida que nos producen un dolor para el que no estamos preparados.

Pero el sufrimiento es opcional porque surge de la resistencia al dolor. En lugar de estar preparados para mirar de frente al dolor, aceptarlo y superarlo, una y otra vez intentamos alejar al dolor de nuestras vidas a través de la negación, la proyección o la evitación. Y esta resistencia para asumir algo inevitable es lo que llamamos sufrimiento, es el dolor añadido al dolor.

Dolor * Resistencia = Sufrimiento

En el mundo de los sentidos, cuando el sufrimiento comporta mucho dolor y mucha pena, somos conscientes de que sufrimos. Pero el sufrimiento es mucho más sutil de lo que pensamos. En la vida diaria tropezamos con el sufrimiento mil veces al día sin reconocerlo. En el subconsciente aún hay más sufrimiento, del que no nos damos cuenta. A pesar de ser inconscientes, por dentro el sufrimiento está actuando y no nos permite disfrutar con plenitud del bienestar profundo y estable propio de estar vivos.

El sufrimiento forma parte de la vida pero en muy pocas ocasiones somos conscientes de ello porque dedicamos gran parte del tiempo a huir de él. Hacemos consciente el sufrimiento cuando este ya está presente sin armas para hacerle frente y mirarle a los ojos.

Obstáculos para ser conscientes de que el sufrimiento existe y nos acompaña a lo largo de nuestra vida:
  • No querer ver la realidad. En Occidente, constantemente, se nos muestra sólo la cara de la felicidad externa.
  • Creer que mirar para otro lado es la solución.
  • No entender que el sufrimiento antes o después vendrá a nuestra vida y es necesario preparar nuestra mente de la mejor manera posible.


Entender que el sufrimiento es algo inherente a la vida no es triste ni pesimista, simplemente es aceptar la realidad. Y sólo cuando somos conscientes de esto nos podremos preparar para cualquier tipo de sufrimiento. Asumir la realidad de que vida y sufrimiento son sinónimos es la única manera de poderlo afrontar emocionalmente cuando se presente. 

ORIGEN DEL SUFRIMIENTO.

Aunque como veremos más adelante hay varios tipos de sufrimiento, podríamos resumir su origen en la disonancia que se produce entre la realidad y lo que pensamos que debe de ser la realidad en función de las creencias que hemos ido acumulando a lo largo de la experiencia. El sufrimiento radica en la sensación de “injusticia” cuando las cosas no son como queremos que sean o como entendemos que deberían ser.
Realmente el sufrimiento tiene su origen en la forma de percibir el mundo.
Nuestra visión de la vida no es realista. La mayoría de nuestras experiencias placenteras dependen de objetos y situaciones externas cuya naturaleza es efímera. Cuando estas cosas cambian o desaparecen, nos aferramos a ellas sin querer aceptar la realidad de la situación. Queremos que el placer perdure y nos decepciona que no sea así. De este modo, vamos de arriba abajo, del placer al dolor y de la felicidad a la infelicidad, durante toda nuestra vida.

NEGACIÓN

Tapar y negar el sufrimiento o mirar hacia otro lado es simplemente autoengañarnos, llenar nuestra vida con distracciones que nos alivian temporalmente. Irremediablemente el sufrimiento hace aparición en algún momento y nos encuentra sin herramientas de defensa.


ACOMODACIÓN

Un efecto que sucede de forma natural es la acomodación al sufrimiento. Aunque parezca extraño, nuestra mente y nuestro cuerpo son capaces de adaptarse al sufrimiento. Esto puede parecer positivo durante un tiempo determinado, pero a la larga, engañarse, impide el crecimiento o, simplemente, llegamos a unos límites que nos desborda.
El efecto de acomodación nos lleva a estar inmersos en una especie de cárcel (fábula de la marmita) que se convierte en llamas cuando las emociones aflictivas aparecen con toda su fuerza.
Lo sensato parece, entonces, buscar una salida antes de que las llamas nos obliguen a ello. Es más lógico buscar una salida y tenerla disponible cuando queramos salir.



Habitualmente creemos que el mundo externo es lo único que puede darnos la felicidad (cosas materiales y relaciones) pero, como ya vimos al hablar de la felicidad, todo lo externo, a lo largo de la vida, desaparece. Por lo tanto, aunque disfrutemos de las cosas que la vida nos ofrece no tiene mucho sentido apegarse a ello para alcanzar la felicidad.  La única posibilidad que nos queda en buscar la felicidad en lo único que controlamos y perdura siempre, nosotros mismos y nuestro silencio interior.
Huir de nosotros mismos, tener la mente y el cuerpo ocupados en actividades, sólo es una manera de huir del sufrimiento que existe dentro de cada uno de nosotros.

La verdadera felicidad surge después del entendimiento de que el sufrimiento existe inevitablemente, está provocado por nuestras emociones aflictivas (apego, miedo, ira) y la única salida es la gestión eficaz para que nos perjudiquen lo menos posible.

Por lo tanto parece lógico pensar que la felicidad puede ir de la mano de la madurez emocional.

La conciencia de esta realidad es un paso hacia la eliminación del sufrimiento. Dejaremos de esperar que la gente y las cosas nos hagan felices y, en cambio, comprenderemos que es nuestra actitud hacia ellas la que determina la felicidad y la satisfacción.

El desarrollo de la felicidad también está relacionado con el altruismo. Sólo siendo felices nosotros podremos hacer felices a los demás porque todo está interconectado.


Entender la realidad y el origen del sufrimiento también nos permite ver que los demás sufren de la misma forma que nosotros y, como resultado, podremos desarrollar la bondad y compasión hacia ellos.

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